Un ejercicio que me invita a invitar a mis compañeros docentes:
CARTA
A UN COMPAÑERO
COMPAÑERO
DOCENTE:
Estoy
segura que elegiste esta profesión porque te maravilla ver la cara de los
jóvenes cuando están comprendiendo algo nuevo, o cuando notas que le dan
sentido a algo que tú les has compartido. Entonces sabes que esta profesión de
vida no se acaba cuando te jubilas o cuando sales del plantel donde trabajas,
porque ser un buen docente es estar enseñando a ver el mundo de otra manera a
diario y a todas las personas que te rodean.
Pues
buen, déjame compartir contigo algunos tips, de lo que seguramente haces para
ser un buen docente, y si notas que no lo has realizado aún, te invito a
considerarlo y mejorar todavía más tu profesión.
Primero
que nada está la planeación y no me refiero al documento en sí que entregas, sino más bien a que resuelvas
en tu mente cómo le vas a hacer para lograr que tus estudiantes obtengan lo
mejor de tu asignatura, lo esencial que necesitan aprender, esto requiere que
conozcas a fondo tus contenidos, enfoque, propósitos, aprendizajes y
estrategias didácticas propias de tu materia, cuando ya lo tengas organizado en
tu mente, plasmarlo por escrito para que no se te olvide.
Luego
observar constantemente a tu alrededor para ver estrategias nuevas, o eventos o
situaciones, películas, libros, anécdotas, noticias; que les puedan interesar a
tus alumnos, recuerda que el conocimiento no está separado y cualquier evento
puede ser muy enriquecedor para enseñar algo de tu asignatura. Aprende el uso
de las tics, un docente que dice: “yo estoy peleado con la computadora”, es un
docente que se puede considerar analfabeto,
y si ya lo sabes, utilízalas para que sea más interesante tu desempeño.
Ya
con tus alumnos siempre crea un ambiente cordial, de respeto, en donde puedan
equivocarse y rectificar, donde no serán criticados y habrá reglas que se
pueden poner entre tú y ellos, de esta manera evitaremos griteríos que sólo
lastiman el oído y la confianza de los alumnos, al mismo tiempo que te desgasta
a ti.
Siempre
involúcrate con tus alumnos y sus vidas, si bien no podemos ser terapeutas o
psicólogos todo el tiempo, sí tenemos la sensibilidad para conocer si un alumno
se siente bien o mal o si tiene alguna dificultad, sé amable con ellos para que sientan la
confianza contigo, ya que esto genera ambientes de aprendizaje. Y si alguno
hace algún comentario, seña obscena,
grosería etc, no te lo tomes personal, recuerda que él es el joven y tú el
adulto, él está aprendiendo a cómo conducirse en la vida.
Debes
ser autocrítico para renovarte constantemente, abrir un espacio de comunicación
entre tus alumnos y tú, para conocer sinceramente (porque ellos notan cuando
realmente quieres cambiar o no) si se están conduciendo las actividades de una
forma que a ellos les beneficie.
Cuando
evalúes a tus alumnos no quieras tomar venganza, ni utilices a la evaluación
como un arma de represión. La evaluación es tan valiosa para conocer muchos
aspectos de ti y de ellos, no la malgastes en castigar. Recuerda evaluar
actitudes, destrezas, conocimientos, habilidades y no a las personas.
Finalmente
también involúcrate con los padres de familia, si bien cada día las familias están más distantes de los
estudiantes, siempre hay buenas recompensas cuando los involucras. También
acércate con tus directivos y compañeros docentes, hacer equipo, compartir
experiencias y estrategias es muy enriquecedor, se puede mejorar la enseñanza
si unen sus esfuerzos.
También
soy realista y para que se dé lo que te
escribo arriba, se requiere que cambien algunas situaciones, dentro del aula,
que sean más amplias y que quiten esas “jaulas” donde estaban los equipos
enciclomedia y que restan espacio en tu salón. Que los padres de familia se
involucren más con sus hijos, puesto que al parecer, en la zona donde
trabajamos los olvidan, y por último que cambie el ambiente de trabajo en el
plantel, es decir, que sea más colaborativo, claro con el trabajo de todos.
Espero
que haya tocado alguna “fibra” en ti y te sirva para mejorar.
BEZAÍ